domingo, 26 de diciembre de 2010
Jachtag Fanfromgel.
martes, 21 de diciembre de 2010
Cocainómana
jueves, 25 de noviembre de 2010
Arañas y medias
Y afuera de la carpa de tu circo de animales invisibles espero al cirquero, al que va de pueblo en pueblo encantando hippies y niños intelectuales y hippies y piedras y pasto y mantas de colores. Al que vive entre café y tabaco, entre tabaco y sin mi. ¡Oh! tan sin mi y yo queriéndote tanto.
María Fernanda Salazar Romero
lunes, 15 de noviembre de 2010
Esto era para tweet y me vale
@mafesaro
viernes, 12 de noviembre de 2010
Entre jaulas te veas
Y me hartan los comparativos "como el viento, como el agua, como la luz"
No. Quiéreme como tú sabes, en raciones pequeñas pero sustanciosas, a mordidas, en merienda, de noche, en la mañana, ¡pero ya!... no seas gacho.
Quiéreme con mermelada y con tristeza, con la lluvia y en la alacena.
Quiéreme a parpadeos, a arañazos, a patadas y a manazos.
¿Oye?... ¿me das la hora?María Fernanda Salazar Romero
viernes, 1 de octubre de 2010
A la una, a las dos y a las tres...
jueves, 23 de septiembre de 2010
lunes, 13 de septiembre de 2010
De agua
La ciudad, ombligo luminoso donde las
calmadas aguas del entonces glorioso Tenochtitlan
aguardan para embriagar a aquellos con la fe vertida
en la justicia incomprensible, pero justa;
aquella no creada por el ser humanoide, parcial
(si no es que absolutamente) cegado por él mismo:
la justicia de la materia.
El reclamo de la existencia misma siempre antes del hombre.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Te odio, Marx
Básicamente heme aquí, con una taza de café instantáneo al lado del la bocina izquierda de la computadora, en lo que pareciera el marco perfecto para desahogar mi actual frustración: programas de orquesta sobre el escritorio, mi vaca “amansa locos” (figurilla de cerámica que adorna la parte superior del monitor y que cuelga sus patitas de manera juguetona y bastante fantasiosa con propósitos destructivos-distractores), un Romeo y Julieta consumiéndose en un cenicero con forma de hongo hecho de resina de árbol, y todo esto conjuga, en sí, lo que me he acostumbrado a necesitar para inspirarme.
Volteo, eventualmente, a mirar mi cama. Espero algo. El sonido del celular, que Zra esté recostado en ella, que aparezca otro juego de sábanas (Dios, manifiéstate) o solo voltear como mecanismo de defensa ante la inclemencia del teclado que aguarda a que le azote con un poco de elocuencia y más cadencia de la habitual. Desea serme útil –si entendieras, adminículo inanimado, que yo deseo caprichosamente serte útil de igual modo-
Te odio, Marx. Pensaba entonces, bastante antes de proseguir escribiendo, por qué odio a Karl Marx. Y es más que un simple desacuerdo con la división de clases, o el Capital, o el contrato social, o el amplio acervo de estudios socioeconómicos que este sujeto alemán hizo, es más bien por lo popular, lo detesto por popular. Me molesta que su existencia sirva de justificante a los pomposos universitarios con cabello largo, morral de lado, lentes de fondo de botella y conversaciones pretenciosas que lo único que hacen es ridiculizar al gremio real de los intelectuales.
Los intelectuales: dícese de aquellos seres superiores que preservarán la especie humana de manera digna, inmoral e inteligente, como el hombre debe ser.
Decía, Marx es sólo un pretexto para aquellos jactanciosos de haber vivido la maravillosa y productiva época de brillantez y boom literario en México, por lo menos. Un par de maestros son de ese tipo intelectualoide, de aquellos que no perdonan errores y no hay más verdad para ellos que las ciencias sociales. Estudio, a mi parecer, ridículo. Es deslindarse de la psicología como la ciencia que analiza con más apego al comportamiento humano para convertirse en migajas de estudios que de por si son bastante absurdos. Resulta entonces, que las personas tenemos patrones de conducta y que éstos, innegablemente, son consecuentes y marcan un estándar en el ser y hacer humano. Las ciencias sociales son ciencias porque a la Real Academia de la lengua Española se le ocurrió una definición nada separatista para dicho concepto. En fin. Probablemente sea solo una idea sin fundamentos. Así funciono yo. Tendría que recurrir –si aceptara concejos precipitados y poco sabios- a los servicios de algún terapeuta que me ayude con tan grave problema de ignorar que las cosas son un algoritmo, tienen un orden, un por qué, y ante todo, consecuencias. Igual vale madres.
Terminaré diciendo, con propósitos de redención introspectiva, que este escrito ha cumplido el propósito de mitigar lo mitigable y ahora me siento mucho mejor. Por un rato. Después de que la sensación inmediata de liberación se disipe, encontraré otra excusa para hablar mal de los psicólogos y letrados sociales que invirtieron gran parte de su tiempo en entender a personas como yo. A eso le llamo fe.
María Fernanda Salazar Romero
lunes, 9 de agosto de 2010
Memoria
El perro que hoy se apareaba con otro perro será olvidado en unas horas, en unos días. No lo recordaré. Entonces, ya no será. No más. El fin del mundo se acerca, pues ya no puedo recordar.
‘Todo’ es el conjunto universal de entidades, formas, ideas líquidas, sólidas, etéreas dentro del conciente humano. Entonces, lo que percibimos como sociedad, como realidad, no es más que la conjunción de muchas realidades, de muchas percepciones. Si en este momento todos olvidáramos, simplemente dejaríamos de ser.
Qué angustia da el no ser más que el no vivir. El vivir es una de las tantas cosas que provienen y se dirigen hacia el mal. El ser mismo culmina en el mal. Cito a Leopardi “No hay otro bien sino el no ser”. Y todo lo existente es causante de dolor. La naturaleza, el aire, la lagartija que se alimenta de moscos que se alimentan de sangre que pican que dan comezón que causan dolor. Todo empieza y culmina en el hombre, non plus ultra de la realidad tangible.
Después de perder la memoria, que no es más que todo lo que conozco, que no es más que lo que queda de mi ignorancia, que no es más que una realidad ambigua, deforme, siniestra, absurda, tortuosa, ridícula, inmoral, irrespetuosa y soberbia que yo he creado a partir de lo que veo, pienso y siento; que no es más que un defecto humano, que no es más que un intento más de quien quiera que sea Dios de que los errores se cometen para tener de qué hablar al día siguiente (si es que existiera un día y éste tuviera una secuencia) Ahora que lo pienso… todo lo que hacemos y dejamos de hacer, encapsulado en el tiempo que a la vez tratamos de medir en cubitos y demás figuras geométricas, es un hecho continuo y no se detiene. No dejamos de hacer, de crear, de destruir creando, de crear para destruir… de destruir. No paramos. El meridiano 0 nos indica única y exclusivamente una sucesión de turnos en una jornada eterna para acabar con el mundo. No hay día ni noche que nos detenga. Somos imparables. Somos despreciables.
Por fortuna esto está escrito (por fortuna para mi, pues olvidar le causa tortura al estilo medieval a cada uno de mis órganos, si existieran) y entonces puedo hacerme una memoria de papel, leer en qué iba. Tengo entonces una tentativa libertad al escribir. No se que tan bueno o malo sea eso, pero es reconfortante. Y reconfortante no porque me ate a una idea que ya he concebido anteriormente, reconfortante porque entonces sé que aun existo. Pero pensándolo bien, no es tan bueno. Soy una niña muy incoherente, indecisa. Pero al menos soy. O quién sabe.
En fin…Estaba en los errores y cuán divertidos son para las conciencias que se percatan de éstos. Ciertamente ya se me olvidó por qué hablaba de ello. No importa.
Seguiré leyendo a Cocciolli. Me hace pensar. Entonces existo, diría alguien por ahí que no recuerdo. Su frase ha sido tan desgastada que he preferido olvidarme, injustamente, de su ser en la historia. Qué terrible… Pero estoy en mi derecho.
¿Me irá a doler cuando me olvide de aquello que quiero y con un mágico “puff” desaparezca? ¿Tengo yo la cualidad de decidir si olvidar o no? ¿Cómo…? De hacerlo, de poder dominarlo, podría entonces dejar de sufrir y seguir barriendo la casa. Labor que fue interrumpida por esta necesidad loca mía (que no Locomía) de pretender que existo.
Continúa….
María Fernanda Salazar Romero
jueves, 5 de agosto de 2010
Zinfandel
¿Y en qué pienso? En mi sed… vaya, qué mediocridad, no es tanta ni tan poca como para determinarme a bajar por un vaso de agua. Hasta en eso soy una mitad: mitad mujer, mitad humana, mitad salmón, mitad cigarro, mitad viviente. Tal vez sea un zombie, ¿por qué no?... Eva Luna platica con Carter, el saxofonista de Cortázar. Se miran entre palabras y luchan por entenderse. Orgía de letras y tiempos. En el buró reposa una tortuga de felpa en la que reposa una hoja blanca en la que reposa tinta en la que reposan mis palabras en las que divagan mis ideas. Pobre tortuga. Y al lado, las palomas musicales que le robé como herencia a mi abuela. Debería dejar a un lado la descripción absurda de mi habitación y tomar un poco de agua. O vino.
Van 4 horas, 12 minutos desde mi última copa de vino. Tal vez esté ebria. Recuerdo mi mano dejando la botella después de servirme un último trago. La mesa goteaba sangre que hacía de charco en un piso parecido al parqué. Bebí. Creo que maté a alguien. Y yo con esta sed.
María Fernanda Salazar Romero
martes, 13 de julio de 2010
Punto y coma
María Fernanda Salazar Romero
jueves, 8 de julio de 2010
Zalgo... adiós.
- tururu larala
- tururu larara
- Salto.
- tururu larala
- tururu... larala
- María Fernanda Salazar Romero
domingo, 4 de julio de 2010
Una cuarenta y dos de la mañana del tres de julio del dos mil diez...
Imagen
Tu cara
Azul, gris…
La música de los escarabajos
El color de tu energía
Tu voz
Yo conozco tu voz
Tú…
Del agua al viento…
Yo lo se, lo veo
Chocolates, gomitas
Whisky
13…70’s
En lo números…
… persistiré, con esto me basta. Contigo me basta.
María Fernanda Salazar Romero
miércoles, 30 de junio de 2010
De naranjas, marrones y fucsias... Oh, oh, oh it's magic! ♫
María Fernanda Salazar Romero
lunes, 28 de junio de 2010
Absolut con jugo de manzana
oasis del que bebo paz e indulgencia reflejo de tristeza por las noches inundadas de rocío Rondas rondas colibrí pululando néctar de flor marchita
Marchita tu luz tu vuelo tu ausencia y vuelvo a tu arena a tu sexo a tu vientre en donde me vierto y vacío
María Fernanda Salazar Romero
miércoles, 23 de junio de 2010
lunes, 14 de junio de 2010
Cuando Zappa fue superado por Pancho Pantera
María Fernanda Salazar Romero
miércoles, 2 de junio de 2010
Cuando mandé a la mierda a mi ventilador y terminé asumiendo un temor.
viernes, 28 de mayo de 2010
Entre azul y buenas noches
viernes, 21 de mayo de 2010
Haches y Johnny Cash
martes, 6 de abril de 2010
Pedro
Las manos temblorosas. Como cuando hace mucho frío y el cuerpo, a manera de mecanismo de defensa se sacude para producir calor. Pedro no tenía frío. Solo ansiedad (así se le llama a tener ganas y miedo a la vez) por verse al espejo.
Parado, pensando en su rostro. Pensando en él, en las nuevas sensaciones y el por qué. Ahora, el calor no solamente era percibido por el cuerpo. Era un estado mental, de pesadumbre.
-¿Y entre pieles?, Pedro.
-El contacto entre humanos se asemejaba a una colisión de masas, a un choque abrupto entre gente que circula por ahí y no se da cuenta de cuan vulnerable soy, era… lo era a todo. Además, es insoportable. Tocar otras pieles, otras texturas. No es igual… no.
-¿Por alguna razón te parece que les importaba?
-¿No? Yo pensé…
De pie. Quería verse por última vez. Después de todo, así viviría por siempre.
-Yo la amaba tanto.
-Disculpa, pero por más que alguien ame a una persona… ¡Vamos! Pudiste haberle regalado una flor, chocolates, peluches. No tu piel.
-Si hubiera visto esos ojos, esa boca, ese ser; señorita. ¿Qué mayor presente que mi piel para protegerla del mundo, de la gente? Me carcomía el alma pensar en que se contaminara su cuerpo con las partículas de miseria que la rondan y se esparcen con el aire. ¿No las siente? Tocan la piel y son como agujitas que se incrustan e inyectan un veneno que va degenerando paulatinamente el cuerpo. No son mortales en dosis moderadas, incluso ayudan al crecimiento humano, del alma. Pero hay tantas, señorita, tantas que son corrosivas en conjunción. Y su piel, su bella piel no tenía porqué carcomerse con miseria.
-Después de que le dieras tu piel, ¿no actuó como si estuvieras demente?
-No. Yo le expliqué el por qué de mi regalo y ella sonrió. La tomó entre sus manitas, la observó un rato con mucho morbo y después se la puso como capa. Se la até alrededor del cuello con un listón. Ella estaba protegida entonces por algún tiempo.
Amelia se fue. Con la piel de Pedro, con todo su amor. Ella prometió verlo de nuevo en algún punto de la historia. A Pedro esa promesa le bastaba para vivir, para esperar durante toda su vida.
-¿Esperar toda la vida? ¿Cómo es eso?
-Cuando el único propósito de la vida es amar, la espera es lo único que alienta. Es la fe de los pacientes.
Cuando Pedro iba a morir, iba a echar un último vistazo al espejo, a su reflejo sin piel. Lleno de músculos apolillados por las esporas de la miseria. Rojos, casi muertos por la espera. Amelia no regresó a tiempo. Pedro murió.
-Vaya, qué tristeza que fallecieras antes de verla. ¿Esperaste muchos años?
-No, señorita. Sí la esperé… ¡y vaya que me hubiera gustado esperarla más! Pero, ¿cuánto tiempo cree usted que puede un hombre sobrevivir sin piel?
Así fue como Pedro se quedó sin piel. Así fue como Pedro esperó a Amelia un día entero: el resto de su vida.
María Fernanda Salazar Romero