miércoles, 4 de marzo de 2009

Una carta de Beatriz




Todo lleva tu nombre, todo conduce a ti
Incluso el vuelo libre del ave, incluso el trayecto incierto del viento

En un instante advertí todas las razones por las que el día de hoy amanecí amándote, con todo y mi extraña repulsión a los amaneceres. Abrí mis ojos, vi el mismo techo de hace un año, aun cuando mi residencia es diferente. De manera casi instintiva comencé a sonreír.

Ahora creo que somos dos amantes que disimulan su comunión, que ocultan al mundo sus besos y manos por miedo a la putrefacción cotidiana. Por mí esta bien, vida, por mí esta bien.

Ciertamente yo creo y tu no. He ahí mi fijación por hacerte creer, aunque no lo creas. Lo reiterativo me es indiferente, tú siempre entiendes.

En ocasiones no quisiera escribirte más, quisiera que mi inspiración fuera otra cosa y no solo tu ausente existencia, pero esas ganas desaparecen cuando veo a la demás gente, cuando me siento triste. Justo ahí estas tu, en mi tristeza.

Soy depresiva…
Mi alma es azul, se escucha como blues.

Bien, he llegado al punto de incoherencia no tan extrema, la suficiente, y no profanare mi presente y futuro oficio. Así pues, termino de escribir con un punto.


MaríaFernanda Salazar Romero