martes, 5 de mayo de 2015

A una dama también le vale verga la vida

Vale madres escribir y hablar bonito cuando en el corazón también anida una guarra con ganas de despotricar, honesta, franca y desvergonzadamente, lo que le pasa en el corazoncito. Sólo digo que está de la chingada andarse cuidando de las formas todo el tiempo cuando más importancia tiene el fondo. Ser correcta. Ser precisa. La educada. La buena. La niña. La ingenua. Esas no son formas, esas son chingaderas.

Lo que quiero escribir ahora es que estoy hasta la madre de pregonar -y escuchar- que la conducción de uno mismo en este asfalto social sea juzgada, en gran medida, por el "buen y aceptable uso de la lengua", siendo que, de repente, las personas nos ofendemos más por una pendejada que por temas que sí son para indignarse.

Mentar madres me sale muy natural cuando estoy en confianza y encabronada. También puedo ser una puerca mal hablada y susurrar al oído obscenidades cachondas. No debería ofenderme ofenderte por hacer uso de una palabra sólo porque denota molestia, frustración o coraje.

Entonces, no, no tengo el Síndrome de Tourette recién diagnosticado y sí, muy pocas veces me escucharás decirte (si tenemos el gusto) una o varias de las groserías que utilicé al escribir esto. Pero eso no significa que no piense que existe gente pendeja en este mundo y que haya una o más personas a las que le miente la madre.

Y es todo lo que tengo que decir al respecto.