jueves, 23 de febrero de 2012

"Algún día entenderás", dicen las madres

Vi. Después de tantos años, por fin pude ver. Creí por un rato en mis argumentos, pero la verdad es que siempre fui cobarde para razonarlos. Tonta.

Puedo darme el lujo de, eventualmente, ser condescendiente con mis apegos y mis inquietudes, soy caprichosa (eso dicen los que dicen que me conocen y eso digo yo también), pero en ocasiones como hoy, invalido la posibilidad de tragarme todita la neta que me he inventado y que el mundo, la masa -ustedes- han inventado.

Cuando aprendemos a leer, aprendemos que un iglú se escribe con i latina y que pollito chicken gallina hen, pero quién, por la caraja madre, nos enseña qué putas es un iglú y por qué se asocian al pinche pollito y a la gallina. Pues nada, solitos lo dedujimos. Porque a enseñar se aprende, y qué mal nos han enseñado. Qué bien hemos aprendido.  Qué calamidad.

No obstante (que no es lo mismo que "a pesar") hay gente loca, obsesiva, inquieta, de izquierda, arbitraria, ética, profana, agnóstica, letrada, humilde, culta, patriota y bonita de la que he aprendido mucho y me han ayudado a encontrar el camino que siento que es correcto. Todos, en algún momento, buscamos la ruta del mentado caminito que nos han vendido los motivadores gringos a falta de talento para colocar en el mercado a las barredoras y aspiradoras todopoderosas, pero es cierto que necesitamos un propósito para seguir viviendo, un motivo, un trabajo. Cuestionamientos filosóficos que por más Ed, Edd y Eddy que seamos algún día nos atraviesan la choya cual incipiente relámpago.

Ahí voy, después de entender algunas cosas, ahí voy. Si bien me lo decía mi madre. Solo espero que no se cumpla su más acérrimo deseo: "Híjole, Fernanda... ojalá que cuando tengas hijos te toque una igualita a ti". Entonces, sabré que todo habrá valido idem.


viernes, 10 de febrero de 2012

Me rompí. De repente, repentinamente, de repente.

No importa cuántas veces corte la cuerda siempre se teje de nuevo. Me aíslo repentinamente, de repente, repentinamente boom ya no estoy. Desaparezco entre notas de música, pintura, notas de amor, de odio, de desprecio, de añoranza. Qué melancolía la mía, la miseria me abruma y me sosiega a la vez. Esta incoherencia me anuda la garganta, la vierte en jarrones de barro fresco, húmedo. Fluye, fluye mi garganta de repente, repentinamente, de repente. Ya se lo que quiero. Al final siempre se sabe.

"Tan joven, tan sorprendida". Mareada, mareada, el mar me lleva. Compongo música y me vacío como cundo el ocaso fue amanecer desapercibido. Rocío, rocío de noche, de día. Ahora da igual.

¿Qué mas da una, dos, tres veces mirar al cielo en una misma noche? ¿Qué mas da pudrirse de desamparo? ¿Qué más da?

No entiendo de nada y esta sensación devastadoramente placentera me recuerda al ser que nunca fui y que siempre quise ser, al ser nocturno que espera desnuda a la puerta de la penumbra, queriendo ser cubierta de saliva y de jadeos, de arrebatos carnales y dolores venenosos, de esos que incitan a más dolor, a más desprecio, a más apego, a más de todo, a más... más... más. Completo ser, que nunca fui, que quiero ser, que quiero ser, ser, ser.

"Saluda a los ángeles"...

Un poeta. Quiero cogerme a un poeta y jadear poesía.