lunes, 3 de junio de 2013

Eso, una idea.

Me recuerdas a Magritte, Interpol, un cigarro, al rocío de la mañana, a lo incorrecto, a lo incómodo, al poeta, la poetisa, una vela, una multa, a Bardem, al plástico, al chocolate, una manzana... y al vino.

Cuando me acuerdo de ti pienso en un gato, en Miró, una escalera, en Vallejo, en tus cosas. ¡Ay, tus cosas! Tus sorpresas, depresiones, vacío, dudas, soledad. Tan solo, tú.

Jajajaja. Qué estupidez. Debo dejar de recordarte. Recordarte, idea. Eso. Una idea.

lunes, 20 de mayo de 2013

Ya no fumo. Me odio por amarme tanto.

Ya no fumo, es terrible. Asomarme por la ventana de mi cuarto en medio de la noche ha dejado de tener sentido, tal vez deba dormir más. Eso ocurre, francamente. Duermo más. También respiro mejor... sufro cada vez que un fumador pasa a mi lado inhalando el delicioso éxtasis cancerígeno. Apesta a mierda, y yo lo único que quiero es apestar a mierda también.

Leer a Cortazar no es igual. Antes pausaba dramáticamente el hilo de la lectura por tirar la ceniza del pitillo, ahora, leo de corrido... faltan pausas. Tal vez Cortazar no es tan bueno después de todo.

Ya no fumo, es terrible. De verdad que extraño intoxicarme de a poquitos de camino a casa, escuchando a DFTPNK o tal vez a Empire of The Sun. Sea cual sea el soundtrack de mi andar, no es lo mismo sin nicotina.

No es que me queje, pero... ¿por qué mierdas dejé el cigarro si me hace tan feliz? Bueno, sí es queja. 

¿Reuniones con los amigos? Doloroso. Era un deleite tomarme una helada cerveza arruinada por el limón y la sal y acompañarla con bocanadas de humo. La charla solamente hacía cohesión con estos componentes y juntos formaban el maridaje perfecto. Ahora sólo pienso en eso. Es una obsesión.

Dejar de fumar ha sido la decisión que más ha perturbado mi vida. Ahora sólo queda esperar a que esta agonía por la abstinencia pase y pueda seguir a la ola de hippies que piensan que el cigarro daña mi cuerpo, cuando lo que más hacía era alimentar mi mente. 

Lo que uno hace por amor... a sí mismo. 


miércoles, 15 de mayo de 2013

miércoles, 6 de marzo de 2013

Para la Chatita

El día que Agustina se murió yo no lloré. Alcé la bocina del teléfono y solo escuché hablar a mi padre. Tampoco sonreía, no importaba ya.

El día que Agustina se murió yo no lloré. Sueño con ella a menudo. Ella viene a verme, sabe que estoy bien y se va. Cuando ella me siente triste, me abraza, me hace sonreír, y de nuevo se va. Como hacía en vida.

Ella no fue muy cariñosa, ni me daba besito de buenas noches. Cuando niña, ella me cuidaba junto a Bernardo, mi hermano menor. Ambos estábamos a su cargo porque mi madre estaba en el hospital.

En las noches, Bernardo y yo abrazábamos la ropa de mi madre y, a veces, jugábamos a buscarla. Teníamos que ser muy cuidadosos porque Agustina nos vigilaba desde su mecedora. La espiábamos a través del ventanal que estaba en nuestra alcoba. Pensábamos que Agustina era un dragón que nos echaría flamas si descubría que nos estábamos escabullendo para encontrar a mi mamá. Pero la realidad era que Agustina jugaba también con nosotros. Rechinaba la mecedora para espantarnos... así podríamos comenzar de nuevo nuestra empresa en busca de la amada princesa.

El día que Agustina murió no llore. No la he llorado en 5 años. Es que sigue jugando conmigo, en mis sueños. 

Tal vez después de todo, murió para que Bernardo y yo pudiéramos encontrar a mamá.

viernes, 1 de marzo de 2013

Requiem

Vine a pedirte que no me olvides, porque eres mi pasado. Porque te quise de mi vida a la muerte, más que nada, más que nada como al amor mismo, ¿recuerdas?

Vine a decirte que estamos aquí, allá, lejos los dos. Pero me siento a salvo cuando te recuerdo, porque sé que existo... o que fui.

Vine a pedirte que no me olvides, porque sin lo que fuimos yo no podría ser tan feliz ahora.