Soy ese paraje lúgubre al que deseas habitar.
Como árbol que se enraíza en el fango,
¡habítame, entonces! que huelo a tierra y soy fría por las noches.
Bosque, lago... ese sitio que te adormece las entrañas.
Quieto. A dónde vas.
Soy ese temor petulante que te abraza cuando no hay estrellas, ni luna, ni viento, ni mar.
¿Me extrañas? No hace falta.
Te lo dije antes: vivo en ti. Vive en mi, pues, que es lo único que necesita tu miseria para sentirse reconfortada.
Es que te quiero, no entiendes.