viernes, 26 de diciembre de 2014

El mismo día

Me vacío de tus letras. Las muchas que me diste. Las sacudo del sofá morado, lavo las sábanas y limpio el vaho del espejo en el que nos vemos a veces.
Borro de mi tacto tu espalda con tanto peso encima, tan eterna.
Mejor no te cuento de cómo me deshago de la sensación de tu cuerpo sobre el mío.
El sabor de mi lengua cambia cuando no pronuncio tu nombre.
Elimino la música, quemo los libros, tiro tu arete, entierro tus hábitos y es así que casi no recuerdo ni el calor de tu rostro cerquita del mío.
El problema es que de noche, mientras duermo, todo vuelve a ser.
Tus versos, tus mapas, tus rumbos, tus piernas, tus ojos. Todo se acomoda de nuevo en su lugar y al día siguiente intento vaciarme de tus letras otra vez, sacudirte de las sábanas, desempañar el espejo, no escuchar tu música y olvidar que ayer te quise tanto.