lunes, 20 de mayo de 2013

Ya no fumo. Me odio por amarme tanto.

Ya no fumo, es terrible. Asomarme por la ventana de mi cuarto en medio de la noche ha dejado de tener sentido, tal vez deba dormir más. Eso ocurre, francamente. Duermo más. También respiro mejor... sufro cada vez que un fumador pasa a mi lado inhalando el delicioso éxtasis cancerígeno. Apesta a mierda, y yo lo único que quiero es apestar a mierda también.

Leer a Cortazar no es igual. Antes pausaba dramáticamente el hilo de la lectura por tirar la ceniza del pitillo, ahora, leo de corrido... faltan pausas. Tal vez Cortazar no es tan bueno después de todo.

Ya no fumo, es terrible. De verdad que extraño intoxicarme de a poquitos de camino a casa, escuchando a DFTPNK o tal vez a Empire of The Sun. Sea cual sea el soundtrack de mi andar, no es lo mismo sin nicotina.

No es que me queje, pero... ¿por qué mierdas dejé el cigarro si me hace tan feliz? Bueno, sí es queja. 

¿Reuniones con los amigos? Doloroso. Era un deleite tomarme una helada cerveza arruinada por el limón y la sal y acompañarla con bocanadas de humo. La charla solamente hacía cohesión con estos componentes y juntos formaban el maridaje perfecto. Ahora sólo pienso en eso. Es una obsesión.

Dejar de fumar ha sido la decisión que más ha perturbado mi vida. Ahora sólo queda esperar a que esta agonía por la abstinencia pase y pueda seguir a la ola de hippies que piensan que el cigarro daña mi cuerpo, cuando lo que más hacía era alimentar mi mente. 

Lo que uno hace por amor... a sí mismo. 


miércoles, 15 de mayo de 2013