viernes, 19 de septiembre de 2014

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Me gusta ver al mundo con ojos de poesía. Se mira bonito con matices grises, blancos, negros; a veces lleno de colores. Es como la música, ¿me entiendes? Indescriptible... la sientes y ya. La vives. A todo volumen. A todo color ves entonces, a todo sentir como poesía.
Andas por ahí, buscando el cuadro perfecto. Inspirado, ya sabes. Cuando lo haces con desesperación tal vez pierdas un poco el enfoque, ¿ves? Es con calma. Como la música. Como la poesía. Te digo: es lo mismo, es arte.
Entonces: lo ves. Sacas la cámara. Le quitas el flash. Digo, no hay mucho qué hacer cuando tienes un maldito smartphone. Te detienes. Encuadras. Clic. Preview. Encuadras. Enfocas. Clic. Clic. Clic. Listo.
Ya tienes la pieza. Llegas a tu magic place (que puede ser cualquier lugar con Wi-Fi), abres el carrete y viene la mejor parte. Como el coro de tu canción, como la frase que subrayas en el libro de Fuentes: el filtro. Lo eliges: Lo-Fi, Amaro, 1977. Publicar.

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