Tomé un puño y las devoré. Porque son ricas, saladas, deliciosas. Ahora mi estómago me duele, duele mucho.
¿Qué? Si buscabas algún sentido poético, romántico o melancólico en estas líneas, lamento informarte que solo me estoy quejando.
Me quejo. Se acabaron mis almendras.
María Fernanda Salazar Romero
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