sábado, 1 de agosto de 2009

La naturaleza de Oaxaca



En los oídos estallan diminutas bombas, suenan a tiempo, a metal

El corazón se ha vuelto de agua tibia, vibrante y a la merced de
l calor -se evapora-
El discretamente escandaloso vaivén de las ondas vuelve el agua turbia


Se estanca, es lodo

En una conexión que es meramente natural y extraordinaria, las manos intervienen en lo que pareciera el comienzo de la hecatombe corporal (y espiritual, y mental)


Ya todo es amorfo y sigue el ritmo, todo junto en su anarquía, de los estallidos, de las ondas, del jadeo fulminante

Un labio, el mordisco, una pierna, el nudo. Los cabellos se enredan, son ramas que crecen en los rostros.

En los oídos estallan diminutas bombas, suenan a tiempo, a paz
El corazón estalla

La y las gotas. Caen una a una, resbalan por una espalda y se hacen charco en el abrazo.

Los sonidos poco a poco toman su lugar. Vuelven a los orígenes, a la garganta, a la entrepierna. Se acomodan en el silencio perpetuo.



Se hunde, se hunden en el charc
o.




MaríaFernanda Salazar

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