La naturaleza de Oaxaca
En los oídos estallan diminutas bombas, suenan a tiempo, a metal
El corazón se ha vuelto de agua tibia, vibrante y a la merced del calor -se evapora-
El discretamente escandaloso vaivén de las ondas vuelve el agua turbia
Se estanca, es lodo
En una conexión que es meramente natural y extraordinaria, las manos intervienen en lo que pareciera el comienzo de la hecatombe corporal (y espiritual, y mental)
Ya todo es amorfo y sigue el ritmo, todo junto en su anarquía, de los estallidos, de las ondas, del jadeo fulminante
Un labio, el mordisco, una pierna, el nudo. Los cabellos se enredan, son ramas que crecen en los rostros.
En los oídos estallan diminutas bombas, suenan a tiempo, a paz
El corazón estalla
La y las gotas. Caen una a una, resbalan por una espalda y se hacen charco en el abrazo.
Los sonidos poco a poco toman su lugar. Vuelven a los orígenes, a la garganta, a la entrepierna. Se acomodan en el silencio perpetuo.
Se hunde, se hunden en el charco.
MaríaFernanda Salazar
No hay comentarios:
Publicar un comentario